Hubo un tiempo en que Avril Lavigne supo ser la versi?n desfachatada de Britney Spears. En su debut sent? las bases del personaje, gan?ndose un lugarcito en el coraz?n de los j?venes con su look desalineado y su actitud de todo-me-importa-un-bledo. En su segundo disco se ensombreci? y enseri?: la chica rebelde mostraba signos de madurez musical y personal desde canciones como ?My happy ending? y ?Don?t tell me?. Pero en The best damn thing, su tercer incursi?n discogr?fica, Avril toma una curva inesperada y sucumbe ante la ropa de dise?ador y el pop prefabricado.
Las canciones suenan redondas, prolijas y tienen madera de hits radiales en potencia. Pero la chica de pantalones anchos, skate y zapatillas que hac?a light-punk resultaba musicalmente menos previsible y personalmente m?s cre?ble que la Lavigne 2.0. En el reino del rev?s suceden estas cosas: Britney va a rehabilitaci?n y se afeita la cabeza y Avril se pone fashion y canta pop comercial.
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